Cuando siento mucha tristeza, quiero desaparecer. No sé qué hacer con la tristeza. No sé si soy yo, si es el lugar que es triste. Solamente siento, que algo me invade y se posa sobre mi alma como un manto pesado.
Quiero desaparecer, y dejo de respirar, y me pongo frenéticamente a intentar entender lo que pasa, porque necesito solucionarlo.
Mi cuerpo se compone de átomos prestados. Los ingiero o inhalo, y pasan a formar parte de mi cuerpo, hasta que son desechados.
Es decir, que mi cuerpo es prestado.
Asociamos la frustración con el fracaso, con la pérdida, con el sufrimiento. Por tanto, es algo que tenemos que evitar a toda costa. Y nos perdemos en todo tipo de distracciones que nos alejan de nuestras metas.
Sufrimos cuando intentamos ser diferentes a lo que somos. Una vez aceptamos que somos como somos, con nuestras debilidades y limitaciones, una vez que dejamos de luchar para ser diferentes (mejores, más fuertes, más inteligentes, creativos, poderosos, etc.), tenemos toda nuestra energía genuina a nuestra disposición. Y sólo entonces podemos dar lo mejor de nosotros.
Todas y cada una de nuestras debilidades comprenden una inmensa cantidad de energía. La experimentamos como debilidad, porque no estamos preparados para lidiar con esta energía.
El dolor es una experiencia inmediata, potente y aterradora en el cuerpo. Es una función del cuerpo. Su misión es alertarnos de que algo no va bien.
No estamos acostumbrados a tener mucha energía. Cuando vivimos una situación intensa, nuestra mente intenta reducir la intensidad.
El miedo es una experiencia puramente física. Nos prepara para atacar o huir. Aumenta nuestra capacidad de percepción.
A todo lo que vemos le ponemos un filtro emocional: Vemos una casa, un coche, una persona,
Tú eres tu cuerpo: Naces y mueres con él. Vives todas tus experiencias a través del cuerpo: El hambre, las inquietudes, el miedo, el dolor, y la alegría. Tu cuerpo es tu fuente de energía. Te provee de todo lo necesario para lidiar con tu vida de la mejor manera posible.
