El dolor es una herramienta útil de nuestro cuerpo para dirigir nuestra atención a la parte del cuerpo que la necesita. Si lo hacemos, nuestro cuerpo tiene las mejores condiciones para recuperarse de lo que le causa el dolor.
El dolor crónico no es útil para nuestro cuerpo. Sucede cuando por alguna razón nuestro cuerpo no pudo recuperarse de un dolor original, y lo encapsula. Frecuentemente, un dolor crónico es consecuencia de tensiones y rigidez causadas por un dolor en otra parte del cuerpo. Así, tensaré por ejemplo la cadera a raíz de un dolor en la rodilla, y eso me puede causar a su vez dolor de cabeza. Si mantenemos esa tensión durante demasiado tiempo, se puede desarrollar un dolor crónico – y nadie sabe ya de dónde viene.
Cómo enseño a gestionar el dolor
Como practicante de El Método Grinberg, enseño a mis clientes a gestionar el dolor, es decir, les enseño a parar de sufrir con el dolor, y a utilizarlo como fuente de recuperación.
Para ello, les enseño a aquietar el ruido mental y llevar la atención a su cuerpo, y a ganar control sobre los esfuerzos que hacen cuando sienten dolor. Así, pueden parar de hacerlos. Les enseño a poder estar relajados con el dolor. Les enseño a llevar su atención a la zona con dolor y a percibir el dolor tal y como se manifiesta en el cuerpo. Les enseño a parar actitudes automáticas con las cuales intentan sentir menos dolor (por ejemplo sentirse desgraciado y culpar al mundo de su desdicha con el dolor), y a tomar responsabilidad personal: El cliente para de huir del dolor, lo encara, y de esta forma deja de ser víctima del dolor.
De un lado, el cliente recupera la energía que había invertido en hacer estos esfuerzos (porque ya no los hace), y de otro lado, el cuerpo puede utilizar la energía del dolor para regenerarse de la mejor manera posible. De esta forma, ganamos vitalidad, flexibilidad y fuerza, y esto nos permite a su vez gestionar el dolor con más tranquilidad y confianza en nosotros mismos.